sábado, 29 de diciembre de 2012

In- Tango (In-Grid)



Na na na
donne moi ton coeur 
na na na 
Chaque fois je suis dans la rue 
et avec tout mes pleurs je resiste 
chaque fois je danse avec toi 
nos parfum ne se melange pas 
chaque fois tu es dans ma memoire 
et j'appelle le plaisir de la nuit 
quand je deviendrai très douce 
tu cherchera ma bouche 
c'est mieux pour moi 
Refrain:
na na na 
un tango qui fait 
na na na 
mais a seront dans tes bras 
ton ame et plaisir son pour moi 
donne moi ton coeur 
na na na 
Chaque fois je pense au passé 
déja tu appartient au dossier classés 
chaque fois je pense au présent 
et je te deviens tout tout doucement 
chaque fois je pense au futur 
et tu disparais dans une tres grande allure 
font j'en perd la raison 
je sens en moi la passion 
c'est mieux pour moi 
[repeat refrain]
Ce soir danse avec moi 
suis mes pas suis mes pas 
je te seduirais 
Na na na
na na na
na na na
na na na
na na na
donne moi ton coeur
na na na

viernes, 28 de diciembre de 2012

Destino



Deseosa, te miro
te siento, te sueño.
vives en mi y vivo en ti.
Pasión enceguecedora;
Locuras indescriptibles,
he imaginado, sonado,
realizado, vivido.

Seré tu posesión si así lo deseas,
pero recuerda que nunca serás mío,
tanta belleza no puede ser real,
quizás, es nuestro castigo
que ha de poner el destino.


miércoles, 19 de diciembre de 2012

A un Hombre



Salvar este gran abismo del sexo
y luego, todo será sencillo.
Yo podré decirte que soy feliz
o desdichada,
que amo todavía
irrealizables cosas.
Tú me dirás tus secretos de hombre,
tu orfandad ante la vida,
tu miserable grandeza.
Seremos dos hermanos,
dos amigos, dos almas
que alientan por una misma causa.
Hace tiempo que dejé la coquetería
olvidada en el rincón oscuro
y polvoriento
de mi primera, balbuciente feminidad.
¡Ahora sólo quiero que me des la mano
con la fraternal melancolía
de todos los seres que padecen el mismo destino!
No afiles, porque soy mujer,
tu desdén o tu galantería,
no me des la limosna
de tu caballerosidad insalvable y amarga.

 Susana March

Querer



Querer
Dentro del corazón
Sin pudor, sin razón 
Con el fuego de la pasión 

Querer
Sin mirar hacia atrás
A través de los ojos
Siempre y todavía mas
Amar
Para poder luchar
Contra el viento y volar
Descubrir la belleza del mar

Querer
Y poder compartir
Nuestra sed de vivir 
El regalo que nos da el amor
Es la vida 

Querer 
Entre cielo y mar
Sin fuerza de gravedad
Sentimiento de libertad

Querer
Sin jamas esperar
Dar solo para dar
Siempre y todavía mas
Amar
Para poder luchar
Contra el viento y volar
Descubrir la belleza del mar

Querer
Y poder compartir
Nuestra sed de vivir
El regalo que nos da el amor
Es la vida

Querer 
Entre cielo y mar
Sin fuerza de gravedad
Sentimiento de libertad

Querer
Sin jamás esperar
Dar solo para dar
Siempre y todavia mas
Amar
Para poder luchar
Contr el viento y volar
Descubrir la belleza del mar

Querer,
Y poder compartir,
Nuestra sed de vivir
El regalo que nos da el amor,
Es la vida.

Querer 
Dentro del corazón
Sin pudor, sin razón, 
Con el fuego de la pasión
Y volar....

Francesca Gagnon
Cirque du Soleil (Alegría)

martes, 27 de noviembre de 2012

Eternidad





Yo sé que estaba entonces cuando nada existía...
Estaba allí, en las sombras de un valle solitario
donde aún no fluía la música del agua.
Mi desnudez se alzaba sobre el vago paisaje
como un grito de auxilio en el mortal vacío.
Fueron mis senos las primeras flores,
y mi vientre la almohada de la vida;
nacieron de mis ojos las estrellas
y mi mano encendió la viva antorcha
de la continuidad. Bestias y plantas
latían a la vez en mis arterias.
Avanzaba insegura entre las sombras
y a mi paso las tierras florecían....

¡Ya ves si es vieja el alma que te busca!
¡Qué corte de milenios la acompaña!
Presencié la erupción de los volcanes,
el duro nacimiento de los montes;
vi marchitarse inmensos vegetales
que ya no conocieron los humanos.
Y hundida en las tinieblas inauditas,
escuché los aullidos de los monstruos
que mataban la luz a cuchilladas.

Heme aquí, tan antigua como el mundo,
con este amor nacido de mi frente,
con esta enorme sed que no he saciado.
No me exijas virginidad alguna.
Allá, en aquel silencio pavoroso,
la Vida me violó bárbaramente...
Manchada estoy por la humedad del musgo,
por la tierra y el fuego y la lascivia
milagrosa del aire. Si me quieres,
tómame fecundada por los sueños,
preñada por la gracia de los siglos.

Susana March


Si mi amor es tan cauto que, a buscarte...



Si mi amor es tan cauto que, a buscarte, prefiere
aguardar en la sombra tu primera llamada,
si mi tímido anhelo sabe apenas decirte
con torpe lengua el verso que me dicta la sangre.

Si no sé darle nombre a esta hoguera en que vivo,
ni logro desprenderme de mis cansados credos,
y ahuyento entristecida los rápidos corceles
que habrían de llevarme a tu sueño, a tus labios...

Si soy así, tan pobre, con mi cuerpo encendido,
encarcelado al vago fantasma de mi miedo,
el alma hecha jirones, batiendo sobre ella,
los pecados del mundo, tercamente, uno a uno...

Ven tú que desafías leyes, prejuicios, miedos;
tú, que llevas la vida sobre los hombros, ancha,
tú que arrasas montañas, que desnucas el mundo
con tu fuerza de macho sin fronteras ni angustias.

Lo mismo que las otras, yo te estoy esperando.
Sellada está mi boca; sellada mi ternura.
-¡Oh Dios, cómo rebosa este fuego, esta llama!-
Rompe tú todo sello, desgarra, libra, entra.

Susana March

Deseo



Ayúdame.
Estoy
ciega.
Mi sed
me ciega.
Cúbreme.
Estoy desnuda.
Abre
las puertas
de mi reino.
Esclavo mío,
asume
tu importancia,
dame
tu ley.

Exijo
tu fuerza.
¡Ámame!

La tierra,
el viento,
el fuego,
el mar
con su oleaje....
¿Qué importa,
di,
qué importa?
Me bebo el Universo
en tus labios,
amante.

Susana March

domingo, 18 de noviembre de 2012

Alma Desnuda



Soy un alma desnuda en estos versos, 
Alma desnuda que angustiada y sola 
Va dejando sus pétalos dispersos. 

Alma que puede ser una amapola, 
Que puede ser un lirio, una violeta, 
Un peñasco, una selva y una ola. 

Alma que como el viento vaga inquieta 
Y ruge cuando está sobre los mares, 
Y duerme dulcemente en una grieta. 

Alma que adora sobre sus altares, 
Dioses que no se bajan a cegarla; 
Alma que no conoce valladares. 

Alma que fuera fácil dominarla 
Con sólo un corazón que se partiera 
Para en su sangre cálida regarla. 

Alma que cuando está en la primavera 
Dice al invierno que demora: vuelve, 
Caiga tu nieve sobre la pradera. 

Alma que cuando nieva se disuelve 
En tristezas, clamando por las rosas 
con que la primavera nos envuelve. 

Alma que a ratos suelta mariposas 
A campo abierto, sin fijar distancia, 
Y les dice: libad sobre las cosas. 

Alma que ha de morir de una fragancia 
De un suspiro, de un verso en que se ruega, 
Sin perder, a poderlo, su elegancia. 

Alma que nada sabe y todo niega 
Y negando lo bueno el bien propicia 
Porque es negando como más se entrega. 

Alma que suele haber como delicia 
Palpar las almas, despreciar la huella, 
Y sentir en la mano una caricia. 

Alma que siempre disconforme de ella, 
Como los vientos vaga, corre y gira; 
Alma que sangra y sin cesar delira 
Por ser el buque en marcha de la estrella

Alfonsina Storni

sábado, 17 de noviembre de 2012

Óceano


En tu azul profundo deseo hallarme, 
contemplar el mar azul, reflejando la luz del sol,
en la mañana, ha de ser por ley azul,
en la tarde es del color de la hierba seca,
al anochecer es negro, como el infinito.
de esta manera vivo contemplando,
tus matices y hasta tu estado de ánimo; 
ya que algún día llegaré a habitarte,
y a ser tu parte de todo y de nada.

Quiero ser la balsa que navega en la mañana. 
el fruto que cae en la hierba de la tarde,
y la estrella que iluminar el infinito.
porque aunque serenamente fluyes y te alejas
algo de la mar permanece,
con la esperanza de hacer parte de tu inmensidad,
y amanecer en la mar.

Campoamor



Éste del cabello cano, 
como la piel del armiño, 
juntó su candor de niño 
con su experiencia de anciano; 
cuando se tiene en la mano 
un libro de tal varón, 
abeja es cada expresión 
que, volando del papel, 
deja en los labios la miel 
y pica en el corazón.

 Rubén Darío 

martes, 13 de noviembre de 2012

Perfume exótico


Cuando entorno los ojos bajo el sol otoñal
Y respiro el aroma de tu cálido seno,
Ante mí se perfilan felices litorales
Que deslumbran los fuegos de un implacable sol.

Una isla perezosa donde Naturaleza
Produce árboles únicos y frutos sabrosísimos,
Hombres que ostentan cuerpos ágiles y delgados
Y mujeres con ojos donde pinta el asombro.

Guiado por tu aroma hacia mágicos climas
Veo un puerto colmado de velas y de mástiles
Todavía fatigados del oleaje marino,

Mientras del tamarindo el ligero perfume,
Que circula en el aire y mi nariz dilata,
En mi alma se mezcla al canto marinero.


Charles Baudelaire

Apuro sediento tu tierno gemido




Apuro sediento tu tierno gemido,

tu intimidad que me embriaga
y ardiente, la lengua del dulce deseo,
pasión cuyo vino no sacia.
Pero corta con ese relato,
oculta, calla tu sueño:
su llama que quema yo temo,
tengo miedo de saber tu secreto.

 Aleksandr Pushkin

viernes, 9 de noviembre de 2012

Del amor imperfecto




Cuando tu lengua escarba mi cuerpo lacerado
que fue tan sólo tuyo durante un tiempo espeso,
inmortal y perfecto.

Entonces tú terminas y yo comienzo a amarte.


Cuando he rugido cóncava debajo de tus piernas,

y has dejado un reguero de sal y hierbabuena 
sobre mi piel reseca.

Entonces tú terminas y yo comienzo a amarte.


Cuando la luz se apaga y tu cuerpo se queda

tendido y olvidado entre blandas semillas.

Entonces tú terminas y yo comienzo a amarte.




Elsa López

No pronuncio tu nombre por miedo a ver la herida



No pronuncio tu nombre por miedo a ver la herida
y el golpe de la sangre.

No digo las palabras que debiera decirte.
Te miro.
Te contemplo.
Te observo.

Ojeo las esquelas y el tiempo de las nubes.
Luego digo algo inútil,
mágico,
irreparable.

Digo cosas curiosas como decir:
qué tal, hace calor, te quiero,
anoche he deseado tu cuerpo nuevamente.
Pero nada se oye dentro de las paredes.

Tú me miras inquieto,
decidido,
cobarde.
(Mi corazón empieza a deslizarse
por la suave pendiente de tu pelo.)

Elsa López- Del amor imperfecto, 1987

Rayuela



Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua. 

CORTÁZAR.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Como Siempre




Aunque hoy cumplas
trescientos treinta y seis meses
la matusalénica edad no se te nota cuando
en el instante en que vencen los crueles
entrás a averiguar la alegría del mundo
y mucho menos todavía se te nota
cuando volás gaviotamente sobre las fobias
o desarbolás los nudosos rencores

Buena edad para cambiar estatutos y horóscopos
  para que tu manantial mane amor sin miseria
para que te enfrentes al espejo que exige
y pienses que estás linda
y estés linda

casi no vale la pena desearte júbilos y lealtades
ya que te van a rodear como ángeles o veleros

Es obvio y comprensible
que las manzanas y los jazmines
y los cuidadores de autos y los ciclistas
y las hijas de los villeros
y los cachorros extraviados
y los bichitos de san antonio
y las cajas de fósforo
te consideren una de los suyos

De modo que desearte un feliz cumpleaños
podría ser tan injusto con tus felices
cumpledías.

Acordate de esta ley de tu vida
si hace algún tiempo fuiste desgraciada
eso también ayuda a que hoy se afirme
tu bienaventuranza

De todos modos para vos no es novedad
que el mundo
y yo,
te queremos de veras,
pero yo siempre un poquito más que el mundo.

(Pd. Suprima lo referente a genero femenino, pese a eso lo dedico por el mensaje final)

Mario Benedetti

viernes, 2 de noviembre de 2012

Ven. Ven. Así. Te beso...



Ven. Ven.
Así. Te beso.
Te arranco. Te arrebato.
Te compruebo en lo oscuro, ardiente oscuridad,
abierta, negra, oculta derramada golondrina,
oh tan azul, de negra, palpitante.
Oh así, así, ansiados, blandos labios undosos,
piel de rosa o corales delicados, tan finos.
Así, así, absorbidos, más y más, succionados.
Así, por todo el tiempo.
Muy de allá, de lo hondo,
dulces ungüentos desprendidos,
amados, bebidos con frenesí, amor hasta desesperados.
Mi único, mi solo, solitario alimento,
mi húmedo, lloviznado en mi boca,
resbalado en mi ser.
Amor. Mi amor. 
Ay, ay.
Me dueles. Me lastimas.
Ráspame, límame, jadéame tú a mí,
comienza y recomienza, con dientes y garganta,
muriendo, agonizando, nuevamente volviendo, 
falleciendo otra vez, así por siempre,
para siempre, en lo oscuro,
quemante oscuridad, uncida noche,
amor, sin morir y muriendo, amor, amor, amor, eternamente.



Rafael Alberti

Poema 22



Esto que te advierto mujer es serio
así no puedas escuchar mi tono amenazante:
no vuelvas a ocupar mi cuarto
porque no respondo por mis actos.
De seguro te tomo entre mis brazos
te levanto
te cargo
te meto en mi cama
y te desvisto
me acuesto a tu lado
y te descubro
te recorro
te palpo
te conozco
aprendo de memoria las formas de tu cuerpo
y te beso de los pies a la cabeza.

(Posiblemente yo me gaste la noche
de este modo).

Sin duda alguna te leo mis versos
y te canto los cantos escritos en tu nombre.
Luego suprimo mis palabras
y simplemente te amo
te acaricio
te penetro
espero a que te duermas
y te siento cerca.

(Posiblemente más tarde
yo también me duerma).

Cuando amanezca te susurro un hola
y te ofrezco la promesa
de no hacerte
-nunca más-
esta advertencia.


Pablo Neruda

martes, 30 de octubre de 2012

Edith Piaf "Les Mots d'amour"



C'est fou c' que j' peux t'aimer, 
C' que j' peux t'aimer, des fois, 
Des fois, j' voudrais crier 
Car j' n'ai jamais aimé, 
Jamais aimé comme ça. 
Ça, je peux te l'jurer. 
Si jamais tu partais, 
Partais et me quittais, 
Me quittais pour toujours, 
C'est sûr que j'en mourrais, 
Que j'en mourrais d'amour, 
Mon amour, mon amour... 

C'est fou c' qu'il me disait 
Comme jolis mots d'amour 
Et comme il les disait 
Mais il ne s'est pas tué 
Car, malgré mon amour, 
C'est lui qui m'a quittée 
Sans dire un mot. 
Pourtant des mots, 
'y en avait tant, 
'y en avait trop... 

C'est fou c' que j' peux t'aimer, 
C' que j' peux t'aimer, des fois, 
Des fois, je voudrais crier 
Car j' n'ai jamais aimé, 
Jamais aimé comme ça. 
Ça, je peux te l'jurer. 
Si jamais tu partais, 
Partais et me quittais, 
Me quittais pour toujours, 
C'est sûr que j'en mourrais, 
Que j'en mourrais d'amour, 
Mon amour, mon amour... 

Et voilà qu'aujourd'hui, 
Ces mêmes mots d'amour, 
C'est moi qui les redis, 
C'est moi qui les redis 
Avec autant d'amour 
A un autre que lui. 
Je dis des mots 
Parce que des mots, 
Il y en a tant 
Qu'il y en a trop... 

C'est fou c' que j' peux t'aimer, 
C' que j' peux t'aimer des fois, 
Des fois, j' voudrais crier 
Car j' n'ai jamais aimé, 
Jamais aimé comme ça. 
Ça, je peux te l'jurer. 
Si jamais tu partais, 
Partais et me quittais, 
Me quittais pour toujours, 
C'est sûr que j'en mourrais,, 
Que j'en mourrais d'amour 
Mon amour, mon amour... 

Au fond c' n'était pas toi. 
Comme ce n'est même pas moi 
Qui dit ces mots d'amour 
Car chaque jour, ta voix, 
Ma voix, ou d'autres voix, 
C'est la voix de l'amour 
Qui dit des mots, 
Encore des mots, 
Toujours des mots, 
Des mots d'amour... 

C'est fou c' que j' peux t'aimer, 
C' que j' peux t'aimer, des fois... 
Si jamais tu partais, 
C'est sûr que j'en mourrais... 
C'est fou c' que j' peux t'aimer, 
C' que j' peux t'aimer... d'amour...

Íntima



Tú no oprimas mis manos. 
Llegará el duradero 
tiempo de reposar con mucho polvo 
y sombra en los entretejidos dedos. 

Y dirías: «No puedo 
amarla, porque ya se desgranaron 
como mieses sus dedos». 

Tú no beses mi boca. 
Vendrá el instante lleno 
de luz menguada, en que estaré sin labios 
sobre un mojado suelo. 

Y dirías: «La amé, pero no puedo 
amarla más, ahora que no aspira 
el olor de retamas de mi beso». 

Y me angustiara oyéndote, 
y hablaras loco y ciego, 
que mi mano será sobre tu frente 
cuando rompan mis dedos, 
y bajará sobre tu cara llena 
de ansia mi aliento. 

No me toques, por tanto. Mentiría 
al decir que te entrego 
mi amor en estos brazos extendidos, 
en mi boca, en mi cuello, 
y tú, al creer que lo bebiste todo, 
te engañarías como un niño ciego. 

Porque mi amor no es sólo esta gavilla 
reacia y fatigada de mi cuerpo, 
que tiembla entera al roce del cilicio 
y que se me rezaga en todo vuelo. 

Es lo que está en el beso, y no es el labio; 
lo que rompe la voz, y no es el pecho: 
¡es un viento de Dios, que pasa hendiéndome 
el gajo de las carnes, volandero!

Gabriela Mistral 

¡Aymé!



Y sabías amar, y eras prudente,
y era la primavera y eras bueno,
y estaba el cielo azul, resplandeciente.

Y besabas mis manos con dulzura,
y mirabas mis ojos con tus ojos,
que mordían a veces de amargura.

Y yo pasaba como el mismo hielo...
Yo pasaba sin ver en dónde estaba
ni el cruel infierno ni el amable cielo.

Yo no sentía nada... En el vacío
vagaba con el alma condenada
a mi dolor satánico y sombrío.

Y te dejé marchar calladamente,
a ti, que amar sabías y eras bueno,
y eras dulce, magnánimo y prudente.

Toda palabra en ruego te fue poca,
pero el dolor cerraba mis oídos...
Ah, estaba el alma como dura roca.



Alfonsina Storni

martes, 23 de octubre de 2012

Sexo Salvaje (Fragmento Cien años de Soledad) G. García Márquez


En aquel  Macondo olvidado hasta por los pájaros, donde el polvo y el calor se habían hecho tan tenaces que costaba trabajo respirar, recluidos por la soledad y el amor y por la soledad del amor en una casa donde era casi imposible dormir por el estruendo de las hormigas coloradas, Aureliano y Amaranta Úrsula eran los únicos seres felices, y los más felices sobre la tierra.



….. Desde la tarde del primer amor, Aureliano y Amaranta Úrsula habían seguido aprovechando los escasos descuidos del esposo, amándose con ardores amordazados en encuentros azarosos y casi siempre interrumpidos por regresos imprevistos. Pero cuando se vieron solos en la casa sucumbieron en el delirio de los amores atrasados. Era una pasión insensata, desquiciante, que hacía temblar de pavor en su tumba a los huesos de Fernanda, y los mantenía en un estado de exaltación perpetua. Los chillidos de Amaranta Úrsula, sus canciones agónicas, estallaban lo mismo a las dos de la tarde en la mesa del comedor, que a las dos de la madrugada en el granero. «Lo que más me duele -reía- es tanto tiempo que perdimos.»


 En el aturdimiento de la pasión, vio las hormigas devastando el jardín, saciando su hambre prehistórica en las maderas de la casa, y vio el torrente de lava viva apoderándose otra vez del corredor, pero solamente se preocupó de combatirlo cuando lo encontró en su dormitorio. Aureliano abandonó los pergaminos, no volvió a salir de la casa, y contestaba de cualquier modo las cartas del sabio catalán. Perdieron el sentido de la realidad, la noción del tiempo, el ritmo de los hábitos cotidianos. Volvieron a cerrar puertas y ventanas para no demorarse en trámites de desnudamientos, y andaban por la casa como siempre quiso estar Remedios, la bella, y se revolcaban en cueros en los barrizales del patio, y una tarde estuvieron a punto de ahogarse cuando se amaban en la alberca. En poco tiempo hicieron más estragos que las hormigas coloradas: destrozaron los muebles de la sala, rasgaron con sus locuras la hamaca que había resistido a los tristes amores de campamento del coronel Aureliano Buendía, y destriparon los colchones y los vaciaron en los pisos para sofocarse en tempestades de algodón.


Aunque Aureliano era un amante tan feroz como su rival, era Amaranta Úrsula quien comandaba con su ingenio disparatado y su voracidad lírica aquel paraíso de desastres, como si hubiera concentrado en el amor la indómita energía que la tatarabuela consagró a la fabricación de animalitos de caramelo. Además, mientras ella cantaba de placer y se moría de risa de sus propias invenciones, Aureliano se iba haciendo más absorto y callado, porque su pasión era ensimismada y calcinante. Sin embargo, ambos llegaron a tales extremos de virtuosismo, que cuando se agotaban en la exaltación le sacaban mejor partido al cansancio.


Se entregaron a la idolatría de sus cuerpos, al descubrir que los tedios del amor tenían posibilidades inexploradas, mucho más ricas que las del deseo. Mientras él amasaba con claras de huevo los senos eréctiles de Amaranta Úrsula, o suavizaba con manteca de coco sus muslos elásticos y su vientre aduraznado, ella jugaba a las muñecas con la portentosa criatura de Aureliano, y le pintaba ojos de payaso con carmín de labios y bigotes de turco con carboncillo de las cejas, y le ponía corbatines de organza y sombreritos de papel plateado.


Una noche se embadurnaron de pies a cabeza con melocotones en almíbar, se lamieron como perros y se amaron como locos en el piso del corredor, y fueron despertados por un torrente de hormigas carniceras que se disponían a devorarlos vivos.

El asalto... (Fragmento Cien años de Soledad) G. García Márquez



Eran las cuatro y media de la tarde, cuando Amaranta Úrsula salió del baño. Aureliano la vio pasar frente a su cuarto, con una bata de pliegues tenues y una toalla enrollada en la cabeza como un turbante. La siguió casi en puntillas, tambaleándose de la borrachera y entró al dormitorio nupcial en el momento en que ella se abrió la bata y se la volvió a cerrar espantada.

…. Aureliano sonrió, la levantó por la cintura con las dos manos, como una maceta de begonias, y la tiró boca arriba en la cama. De un tirón brutal, la despojó de la túnica de baño antes de que ella tuviera tiempo de impedirlo, y se asomó al abismo de una desnudez recién lavada que no tenía un matiz de la piel, ni una veta de vellos, ni un lunar recóndito que él no hubiera imaginado en las tinieblas de otros cuartos. Amaranta Úrsula se defendía sinceramente, con astucias de hembra sabia, comadrejeando el escurridizo y flexible y fragante cuerpo de comadreja, mientras  trataba de destroncarle los riñones con las rodillas y le alacraneaba la cara con las uñas, pero sin  que él ni ella emitieran un suspiro que no pudiera confundirse con la respiración de alguien que  contemplara el parsimonioso crepúsculo de abril por la ventana abierta.


Era una lucha feroz, una batalla a muerte, que, sin embargo, parecía desprovista de toda violencia, porque estaba hecha de agresiones distorsionadas y evasivas espectrales, lentas, cautelosas, solemnes, de modo que  entre una y otra había tiempo para que volvieran a florecer las petunias y Gastón olvidara sus  sueños de aeronauta en el cuarto vecino, como si fueran dos amantes enemigos tratando de reconciliarse en el fondo de un estanque diáfano. En el fragor del encarnizado y ceremonioso  forcejeo, Amaranta Úrsula comprendió que la meticulosidad de su silencio era tan irracional, que  habría podido despertar las sospechas del marido contiguo, mucho más que los estrépitos de guerra que trataban de evitar. Entonces empezó a reír con los labios apretados, sin renunciar a la lucha, pero defendiéndose con mordiscos falsos y descomadrejeando el cuerpo poco a poco, hasta que ambos tuvieron conciencia de ser al mismo tiempo adversarios y cómplices, y la brega degeneró en un retozo convencional y las agresiones se volvieron caricias.

De pronto, casi jugando, como una travesura más, Amaranta Úrsula descuidó la defensa, y cuando trató de  reaccionar, asustada de lo que ella misma había hecho posible, ya era demasiado tarde.
 Una conmoción descomunal la inmovilizó en su centre de gravedad, la sembró en su sitie, y su voluntad defensiva fue demolida por la ansiedad irresistible de descubrir qué eran los silbos anaranjados y los globos invisibles que la esperaban al otro lado de la muerte. Apenas tuvo tiempo de estirar la mano y buscar a ciegas la toalla, y meterse una mordaza entre los dientes, para que no se le salieran los chillidos de gata que ya le estaban desgarrando las entrañas.


domingo, 21 de octubre de 2012

Luna (en español) - Alessandro Safina



Luna tú,
cuantos son los cantos que escuchaste ya
cuantas las palabras dichas para ti
que han surcado el cielo solo por gozar
una noche el puerto de tu soledad.

Los amantes se refugian en tu luz
sumas los suspiros desde tu balcón
y enredas los hilos de nuestra pasión
luna que me miras ahora escúchame.

Luna,
tú sabes el secreto de la eternidad
y el misterio que hay detrás de la verdad
guíame que a ti mi corazón te oye
me siento perdido y no sé...

No sé que hay amores
que destruyen corazones
como un fuego que todo lo puede abrazar.

Luna tú,
alumbrando el cielo y su inmensidad
en tu cara oculta qué misterio habrá
todos escondemos siempre algún perfil.

Somos corazones bajo el temporal
ángeles de barro que deshace el mar
sueños que el otoño desvanecerá
hijos de esta tierra envuelta por tu luz
hijos que en la noche vuelven a dudar.

Que hay amores
que destruyen corazones
como el fuego que todo lo puede abrazar.
Pero hay amores
dueños de nuestras pasiones
que es la fuerza que al mundo
siempre hace girar.

jueves, 18 de octubre de 2012

Amigo mío


Amigo mío;
he en guardarte tu secreto;
y has en guardarme el mío,
se tu realidad y se tus intenciones.
y abiertamente he hecho saber lo que siento.

Amigo mío
se que eres prohibido, 
que nunca serás mío, 
pero mi cuerpo y mi amor es correspondido, 
así sea que el tenerte en mi corazón sea prohibido.

Has de guardarme en el corazón y en los recuerdos,
la diferencia radica es que no seré nunca correspondida
a tu corazón sino a tus instintos,
mientras que te guardo como huella indeleble en el alma,
que te aguarda paciente y cándida.

Amigo mío
no quiero alimentar este amor,
porqué se que me herirá, corazón mío
haz caso omiso a mi clamor,
y retoma tu rumbo fijo.

Pero déjame amor mío, 
dejarte un presente en tu memoria
que no reine en el olvido esta breve historia,
por si algún día, pueda encontrarte amigo mío.

Amigo mío,
Solo me queda cumplir nuestra mutua promesa
y es tener este secreto
hasta que la muerte haga su llamado.

Hasta pronto Amigo mío..

Veinte Siglos



Para decirte, amor, que te deseo,
sin los rubores falsos del instinto,
estuve atada como un Prometeo,
pero una tarde me salí del cinto.

Son veinte siglos que movió mi mano
para poder decirte sin rubores.
“Que la luz edifique mis amores”.
Son veinte siglos los que alzó mi mano!

Pasan las flechas sobre mis cabellos,
pasan las flechas, aguzados dardos...
son veinte siglos de terribles fardos!
Sentí su peso al libertarme de ellos.

Y no creas que tenga el brazo fuerte,
mi brazo tiembla debilucho y magro,
pero he llegado entera hasta el milagro:
estoy acompañada por la muerte.

Alfonsina Storni

viernes, 12 de octubre de 2012

A puerta cerrada



A puerta abierta
un gentil caballero ha de saludarme
no me conoces, soy una mas 
yo una dama que indiferente alejo la mirada
yo no te conozco, solo eres otro mas.

A puerta cerrada
un mar de pasión inunda en mi cuerpo
evocando mi gruta desesperada;
tu fragancia me hipnotiza, me embriaga 
la aspiro a metros de distancia.

Tus besos a puerta cerrada,
han de absorber mi ser 
evoca mis mas profundos instintos:
amarnos con locura, con pasión,
risas, juegos, lagrimas, 
mimos, caricias, blasfemias...
ocurren ahí a puerta cerrada.

Ha de convertirme en tu furtiva amante, 
y he en convertirte en mi adoración,
condición que es un secreto,
secreto que ha de guardarse en el corazón,
ya que es un amor a puerta cerrada.

Pues a puerta abierta,
 se que eres prohibido...
pero no por ello me impida amarte,
así sea que mi frialdad,
diga lo contrario.


Canción de los Amantes


Donde quiera en las noches se abrirá una ventana
o una puerta cualquiera de una calle lejana.
No importa dónde o cuándo... puede ser dondequiera
ni menos en otoño, ni más en primavera.

Y hoy igual que mañana, mañana igual que ayer
un hombre enloquecido besará una mujer.
Tal vez nadie lo sepa... Como tal vez un día
todos irán sabiendo lo que nadie sabía.

Y para los amantes su amor desesperado
podrá ser un delito... pero nunca un pecado.
Por eso el amor pasa por las calles desiertas
y es como un viento loco que quiere abrir las puertas

Bien saben los amantes que hay caricias que son
no una simple caricia sino una posesión.
Y que un beso... uno solo puede más que el olvido
si se juntan dos bocas en un beso prohibido.

No, un gran amor no es grande por lo mucho que dura
si se parece a un árbol reseco en la llanura.
Y los amantes saben, que sin querer siquiera
hay un amor que crece como una enredadera

Es natural que el agua de un estanque sombrío
sueñe en sus largas noches con el viaje de un río.
Y si por algo es triste la lluvia que no llueve
será porque es la lluvia condenada a ser nieve.

Es natural que un día comprendan los amantes
que no hay nunca sin siempre... que no hay después sin antes.
Y así brota en el alma la rebelión de un sueño
que es como un perro arisco que le gruñe a su dueño.

El amor... esa estrella de una sombra infinita
aunque muera cien veces... cien veces resucita
Y suele ser un niño de manos milagrosas
que rompe las cadenas y hace nacer las rosas.

Ya no habrá días turbios... ya no habrá noches malas
si hay un amor secreto que nos presta sus alas.
Y el corazón renace con renovada fe
igual que los rosales... que no saben porqué.

Donde quiera en las noches, puede abrirse una puerta
pero... tan suavemente que nadie se despierta
Puede ser en otoño... puede ser en verano
tanto un amor tardío... como un amor temprano.

Una mujer... un hombre... y un oscuro aposento
y allá afuera en la calle... sigue pasando el viento.
Y si en la noche hay algo queriendo amanecer
es simplemente un hombre que besa a una mujer.

Jose Ángel Buesa